Las mujeres y los hombres somos diferentes
Autor: Manuel López Espino
Aún sabiendo que voy a recibir críticas, voy a intentar explicar que somos muy diferentes las mujeres y los hombres. Que no me mal interpreten sobre derechos y obligaciones que considero que en ese aspecto debemos tener los mismos.
Escuchando a una profesora de primaria, que está sentada en la mesa de al lado de una cafetería, comenta entre amigos, que a sus alumnos les dice todo el tiempo que no hay diferencias entre hombres y mujeres, que es lo que hoy en día hay que decir para ser correcto, pero estoy cansado de callarme por no ir contra lo políticamente correcto y he pensado que como psicólogo clínico, que trato a mujeres y a hombres, a niños y a niñas y que veo diferencias entre sus formas de percibir el mundo, de sentir, de querer, de desear,… Creo, es mi obligación escribir sobre las diferencias que hay para que no nos traten de ciegos o de radicales a los que las vemos y nos encantan.
Si empiezo por la parte más superficial, creo que a la vista, todos podemos diferenciar al macho y a la hembra de la especie, en términos generales y aceptando las excepciones, el hombre físicamente es más fuerte que la mujer, es decir, su musculatura y sus huesos, son más fuertes, de hecho, nadie vería justo que en las olimpiadas se enfrentarán conjuntamente, ni los que niegan las diferencias. Es una evolución de nuestra especie que hasta hace “cuatro días”, el hombre era el que salía a cazar y a enfrentarse a los grandes animales mientras la mujer se quedaba en la cueva cuidando de los hijos y recolectando, (hasta de este dato sin objetividad real ninguna los movimientos que buscan el conflicto o la superioridad de la mujer, ya han otorgado que el invento de la agricultura lo hizo una mujer, y poco a poco van calando datos de desigualdad absurdos para generar más diferencias y más conflicto).
Hasta el neolítico fue así. Hablamos de 2.000.000 de años de evolución de nuestra especie. Es normal que el hombre más fuerte fuera el que dejara sus genes, teniendo en cuenta también que para engendrar hijos, el más fuerte era el que tenía más derechos a copular, por las buenas o por las malas. No pensemos desde nuestra mentalidad, hagamos el esfuerzo de ponernos en esa época, donde otro factor importante era el de orientarse en los espacios abiertos. El que se perdía, no volvía a la seguridad de la cueva y era presa de otros depredadores, por lo que ese, tampoco se reproducía. Todavía, -según he comprobado y preguntando, una gran mayoría me han afirmado-, queda en términos generales, que el varón se orienta mejor que la mujer en lo espacial, ante un camino nuevo, una ciudad nueva, o en el campo, tan solo por su herencia genética. Como todo lo genético, o lo desarrollamos o de nada sirve la herencia y lo perdemos. El varón tiene inscrito en su base genética la “orden” de reproducirse y que sea su material genético el que se transmita y no la de cualquier otro, por lo que sigue siendo más agresivo ante sus oponentes, no porque quiera, sino porque tiene más testosterona que le hace actuar, al igual que a los demás machos de otras especies. Al igual que la mujer tiene en su ADN la “orden” de reproducirse, que llamamos el instinto de ser madre. Algo que ha hecho que la especie humana no desaparezca. Hoy en día está claro que esos instintos la gran mayoría los dominamos, pero los seguimos teniendo, y es bueno que los aceptemos para que cuando tratemos el tema de la violencia de genero lo hagamos a través de las diferencias y el control de las emociones y no desde la idea falsa de la igualdad.
El hombre sigue siendo, en términos generales, el que entra a la mujer, y la mujer sigue siendo quien conquista por su belleza y sus miradas. Él se enfrenta al rechazo, y por tanto a la frustración de no haber conseguido lo que quiere, por lo que es fundamental educar a nuestros hijos para que acepten la frustración y el que se den cuenta que en esta vida no se puede tener todo lo que se quiere por mucho que hagas. Luchar por lo que quieres, siempre, pero aceptando las leyes, los límites y sobre todo a las personas. Si de pequeños, los padres no se hacen respetar, y por miedo a que se vayan o a cualquier otro chantaje les dan “todo”, ¿cómo pretendemos que actúen cuando alguien de la sociedad no les dé lo que ellos quieren?. Ellas, en principio eligen quien quiere que sea el padre de sus hijos por demostrar mejor genética, el fuerte del grupo, y mejor estabilidad social, mejor trabajo y economía, para que sus hijos tengan mejores posibilidades de sobrevivir. Pero muchas veces equivocan más fuertes con más “malotes” el más chulo, el que pega a otros y el que se mete en más conflictos, y no se dan cuenta que ese trato que les ha atraído hacia ese tipo de hombres, el día de mañana pueden sufrirlo ellas. Es otra de las bases que considero hay que enseñar a nuestros jóvenes, para evitar esas conductas en ellos y esas elecciones erróneas en ellas. Hasta hace poco tiempo, quien tenía más poder adquisitivo, era quien mejor partía a la hora de conquistar, y en términos generales el hombre se fijaba más en el físico y ellas más en la posición social, en el que más tenía o podía tener.
Este aspecto ha cambiado en los últimos años. La mujer ya no quiere un hombre poderoso que tenga un puesto superior, ahora es ella la que quiere ese puesto, ya no quiere al que tenga una gran casa o un buen coche, ella quiere tenerlo y de esa forma sentirse libre de no estar en una posición inferior al no poder alcanzar eso por si sola. Enhorabuena, considero es el mejor avance que hemos hecho en esta sociedad, la mujer ha estado siendo considerada inferior cuando la fuerza era la moneda de cambio, cuando el hombre era el que daba su vida luchando para defender a las mujeres y sus hijos, hasta la Segunda Guerra Mundial el soldado era el hombre,(1939-1945), durante esa guerra, por necesidad, ellas se incorporan a las fábricas, al mercado laboral y por tanto a ganar dinero y poder aspirar a su independencia económica. La revolución industrial está en marcha, las máquinas hacen el trabajo duro y la fuerza deja de ser fundamental. Empezamos a igualar los puestos por los recursos que tiene la sociedad, empieza el gran cambio, la igualdad, la incorporación masiva de la mujer a la universidad y a ocupar trabajos fundamentales para el desarrollo de la sociedad, y hasta nuestros días ha sido una carrera imparable gracias a mujeres que lucharon por ello, que lucharon por la igualdad de posibilidades, por hacer un mundo justo donde ningún hombre ni ninguna otra mujer tuviera que pensar por ella o decirle lo que hacer o ser en la vida. Pero yo ahora veo que ese movimiento no es el mismo que escucho en boca de algunos grupos, escucho que quieren ser superiores, veo que hay leyes que son discriminativas hacia el hombre, hablan de paridad por sexo y no por mérito, en definitiva ya no piden esa igualdad por la que luchaban esas primeras mujeres y me da pena. me da pena porque veo que vuelven a hablar por ellas grupos que intentan manipularlas o aprovecharse de una causa tan digna y justa con ideas políticas que nunca han estado al lado de ese movimiento, o por lobbies que viven de subvenciones sin importarles realmente las mujeres.
Según datos que he mirado en España la brecha salarial es del 14%, y desde 1980, por ley es ilegal la discriminación en el trabajo, por supuesto quiero se siga luchando para que esa brecha desaparezca y cualquier discriminación de todo tipo. Pero estamos ante un feminismo nuevo que parece no darse cuenta de la evolución de esta sociedad, y más en España, y no lucha con datos reales, sigue defendiendo posturas de hace siglo y medio cuando empezó a defenderse la igualdad. por desgracia, hoy no defiende esa igualdad, se ha radicalizado y quiere la supremacía sobre el hombre, juntando la postura del patriarcado, con el capitalismo y con la derecha rancia, apareciendo como la víctima, como el niño pequeño que no tiene culpa de nada y la culpa es de los otros. Por suerte en España, la mujer nace libre y con las mismas oportunidades y derechos que los hombres, y con la maravillosa oportunidad de ser madres, de quedarse embarazadas, de traer una persona al mundo, de dar vida. Si eso lo ven como una carga y prefieren renunciar a eso por trabajar 12 horas al día para llegar a ser directivas y poder tener más dinero, mayores casas, ir a mejores restaurantes y estar con personas que valoren más eso, que el estar disfrutando de su hijo, el educarle, el enseñarle, el escucharle, el darle valores, a lo mejor nos estamos equivocando de sociedad. Me da igual ya sean hombres o mujeres, si es más importante hacer un negocio, que disfrutar del cumpleaños de tu hijo, si es más importante trabajar los sábados en lugar de enseñar a tu hijo a andar y escuchar sus primeras palabras, habría que plantearse si esta sociedad es la que queremos.
Según los estudios y trabajos que libremente se hacen en nuestro país, las mujeres tienden más a trabajos relacionados con las personas, (profesoras, médicos, enfermeras, derecho,…, donde ocupan hasta el 75% de los puestos por méritos propios y demostrando la igualdad existe sin que haya que haber paridad), y los hombres más con las cosas y la tecnología (finanzas, ingenieros, gestión y dirección de empresas…) El hombre es posible se siga moviendo todavía más por trabajos mejor remunerados pero también más esclavos a la hora de dedicar más tiempo. No creo eso lo tengamos que ver como un signo positivo. Como psicólogo, tan solo opino que la persona más inteligente es la que sabe distribuir su tiempo entre el trabajo, su tiempo libre y sus afectos, (familia y amigos), y que la persona que antepone su trabajo a todo lo demás se considera patológico, con nombre propio: “patrón de conducta tipo A”, con más riesgos de padecer enfermedades cerebro vasculares o somáticas. Por lo que me da pena escuchar que ese parámetro patológico sea la meta por la que se quiera luchar, el que haya más mujeres directivas, es decir más mujeres patrón tipo A, y se reniegue de la mujer sana e inteligente, que sabe renunciar a trabajar más horas por estar con lo realmente importante en la vida, que es la gente a la que queremos.
Si desde pequeños empezamos a no aceptar las maravillosas diferencias que hay entre hombres y mujeres, a fomentar esa realidad viéndola como algo bueno, no estaremos reduciendo la violencia de género, ya que si somos iguales, los niños y los jóvenes masculinos, siguen mostrando agresividad con sus iguales para marcar la jerarquía del grupo llegando en ocasiones a los golpes, pero a mis inferiores fisicamente no les pego, les cuido. Y quieran o no, la mujer fisicamente es mas débil que el hombre. Y la violencia de género es un problema solo de fuerza física, por lo que habrá que enseñar a los jóvenes a respetarlas por sus diferencias y lo enriquecedor que es el aceptarnos y compenetrarnos y no tratarnos en todos los aspectos como iguales.