La depresión

La Depresión se caracteriza fundamentalmente por la presencia intensa y continuada de tristeza con pérdida de interés por las cosas. Es normal también que la persona deprimida se sienta vacía y con ganas de llorar ante situaciones que nunca antes se lo habían provocado, así como sentimientos de inutilidad y culpa que no están justificados a los ojos de los demás. Podemos perder las ganas de comer, el sueño, el interés por las personas, incluso de nuestros seres queridos. Dejamos de ser nosotros para ser simples sufridores, sin capacidad de disfrutar y sin ganas de intentarlo. Nos quita las fuerzas, nos bloquea el pensamiento, nos distorsiona la realidad haciéndola peor y más negativa de como en realidad es.

En ocasiones se ve claramente la causa de la depresión, pero en muchos otros casos, no hay causa aparente; es como si la persona hubiera perdido sus recursos y tuviera miedo de afrontar su día a día, o tan sólo que hubiera perdido interés en su vida y quisiera quitarse del medio. Por desgracia vivimos en una sociedad donde todavía las patologías psíquicas tienen un estigma social muy negativo, normalmente por ignorancia hacia ellas, y la persona que las padece no es entendida por el resto de su entorno. Se les culpa de no querer hacer las cosas, se les grita e incluso de les insulta al ver que no hacen lo que se les recomienda para su curación, sin darse cuenta, las personas de su entorno, que sus consejos no son válidos cuando se padece una depresión.

El tratamiento va enfocado a que el paciente modifique los patrones mentales y las conductas responsables del mantenimiento de la depresión. Las investigaciones científicas han demostrado que la terapia psicológica es mucho más eficaz que la medicación sola en la prevención de las recaídas. Los estudios muestran que las personas que realizan terapia psicológica reducen a más de la mitad el riesgo de una recaída y mejora su nivel de vida estándar.