La ignorancia

 

La Ignorancia

Autor: Manuel López Espino

 

 

La ignorancia, el no saber, es la falta de conocimiento de la verdad, y para llegar a la verdad, el mejor camino es siempre la investigación propia y la experiencia.

La verdad absoluta no existe, existirá una única realidad y cada uno a través de su experiencia obtendrá su verdad.
Vamos a poner un ejemplo para que lo entendamos mejor: Si yo he estudiado psicología, y este campo del saber me ha abierto las puertas de un trabajo, y de una forma de enriquecer mi vida y de poder ayudar a la gente, podré decir que la psicología es una bonita profesión, que enriquece y te permite vivir dignamente. Si por el contrario, un compañero mío de estudios, que terminó también psicología, no encontró trabajo como psicólogo, y no le gustaron muchas asignaturas, ni le ha interesado estudiar más sobre estos temas, él dirá que la psicología es una tontería que no te enriquece ni te sirve para encontrar un trabajo. Los dos estamos diciendo la verdad, cada uno desde su propia experiencia y basándonos en la realidad. Es decir, la verdad es subjetiva y la realidad va a depender de cómo la afrontemos y de los recursos que tengamos para disfrutarla o sufrirla.
Démonos cuenta la importancia que tiene nuestra forma de percibir la realidad a través de nuestros sentidos, esa información tenemos que pasarla por el filtro de nuestro conocimiento y esto nos dará nuestra verdad con cada una de nuestras percepciones, si nuestro conocimiento es erróneo o está manipulado, todo lo nuevo que pasemos por ese filtro estará falseado sin que podamos hacer nada para darnos cuentas. Está claro que nuestro principal enemigo es la ignorancia y la manipulación por parte de otros, ya que la mayoría de las verdades no podemos experimentarlas, tan solo buscar información y contrastar datos de personas que lo vivieron o dicen haberlo vivido. En definitiva cuantas más personas nos den la información que no podemos vivir nosotros más probabilidad tendremos de llegar a la verdad, pero sólo probabilidad, nunca podremos defenderlo como verdad nuestra, esto nos ayuda a salir de la ignorancia teniendo ya conocimientos del hecho, poder darnos cuenta que los datos que ingerimos pasan por un filtro cada vez más fino de sabiduría y siempre con el prisma de que no existe la verdad única y que lo que yo no he vivido solo son datos probables de creer.
La búsqueda de la verdad, del conocimiento, es una actitud activa, es algo que debemos hacer para salir de la ignorancia que tenemos de nacimiento, cualidad con la que nacemos sin hacer nada. Debemos eliminarla para poder pensar, sentir y vivir una vida propia sin ser manipulados.

Hace 2500 años, Buda (Siddharta Gautama), se da cuenta de que la ignorancia nos lleva al sufrimiento, y que la verdad nos ayuda a llegar a la iluminación. describe tres tipos de impulsos destructivos que constituyen la causa fundamental de todo sufrimiento: la codicia, el odio y la ignorancia. Estos tres elementos son denominados los «tres venenos». Los tres venenos son la esencia de todas las ilusiones y causas negativas que impiden la realización de nuestro potencial para lograr una vida feliz y creativa. La visión budista insta a la persona a luchar para salir adelante en la vida y en la sociedad con la luz de la sabiduría.

Según la tesis aristotélica, la teoría de la correspondencia, una creencia, enunciado o proposición es verdadera si existe un hecho que le corresponda. Pero no queda claro en que tiene que corresponder la proposición con el hecho.
Una alternativa popular a la teoría de la correspondencia es la identificación de verdad y verificabilidad, supone que asumimos adicionalmente que la verificación es holista –es decir, que una creencia se verifica cuando forma parte de un sistema entero de creencias que es consistente o «armonioso»–. A esa versión se la conoce como teoría coherentista de la verdad y fue desarrollada por Bradley y Brad Blanshard. Pero hay creencias que cuando las plasmamos en la realidad son imposibles de demostrar. Por muchas teorías que busque no veo ninguna que hable de una sola verdad universal a la que podamos aspirar.

Es una lástima que Poncio Pilatos se fuera sin esperar la contestación de Jesús, porque si hubiera tenido paciencia, sabríamos su definición de verdad.«Pilatos dijo entonces: ¿Luego sois rey? Jesús le respondió: Como vos decís, y por eso nací y vine al mundo, para dar este testimonio de verdad, y todos los hombres que aman la verdad oyen mi voz. Pilatos le replicó: ¿qué es la verdad? y después de decir esto, salió, &c.» (San Juan, cap. XVIII).

Quien más se aproxima a la verdad sería el sabio, la persona que posee conocimientos amplios y profundos adquiridos mediante el estudio, mostrando buen juicio, prudencia y madurez en sus actos y decisiones. Ese buen juicio es lo que considero más importante para la vida en general junto con la prudencia, y sólo podemos llegar a tenerlo a través del conocimiento, para poder discernir entre todo lo que esta sociedad nos oferta y nos vende con el fin de que obtengamos lo que creemos querer.
En una sociedad de consumo, lo primero que hacen los vendedores es crearnos la necesidad, es decir, manipularnos para que creamos que nosotros necesitamos su producto y sintamos que lo queremos para mejorar nuestra vida, para ser felices, para gustar más a los demás… Estamos ante el primer momento donde el ignorante se lo cree por no tener filtros suficientemente fuertes para evitar esa “falsa” realidad y la persona que más filtros del saber tiene, podrá ver lo que están realmente intentando venderle y si lo necesita o si es una ilusión que crea el vendedor.
Nos damos cuenta que la manipulación nos llega por todas las direcciones y desde que tenemos uso de razón. A los niños se les hace creer que con las marcas van a ser más aceptados y queridos por los demás hasta el punto que se hace realidad y son las marcas las que se imponen en sus decisiones, a quien se acepta en el grupo y quien te gusta más por llevar su marca. Según vamos creciendo y buscando una identidad, las marcas ya han puesto las diferentes identidades que puedes elegir, es decir, tu no creas nada, solo eres una marioneta que puede elegir entre lo que ya está impuesto. Y vemos a los diferentes grupos o tribus sociales, con todos sus miembros perfectamente vestidos iguales, con los mismos peinados e iguales tendencias musicales defendiendo que esa identidad la han elegido ellos libremente. Que casualidad que ninguno libremente vista de romano o de vikingo y todos ellos vistan como se les vende que tienen que ir y tengan sus tiendas ya establecidas con sus identidades creadas antes que ellos lo eligieran. ¿Alguien duda que los jóvenes de ahora lleven barba, es por casualidad? O nos hemos dado cuenta como en cualquier anuncio o película ya nos dicen las características del joven con barba, un hombre moderno, interesante, que gusta a las mujeres y sabe lo que quiere. Es relativamente fácil crear un estereotipo y venderlo teniendo los medios adecuados.
Podemos pasar a la política donde dejaré que cada uno vea si ha elegido por sabiduría a su partido, tras pasarlo por el filtro del conocimiento, tras lo que hacen y predican, teniendo en cuenta que detrás hay un equipo de asesores de imagen que solo piensan en vendernos lo que ellos quieren en cada momento sin importar la verdad, es decir, tienen a expertos para engañar al pueblo a través de la comunicación, la imagen y los eslóganes que en cada momento interesen al partido.
Pensemos en lo que pensemos, el coche que tenemos, el teléfono, donde vivimos o que comemos, incluso donde vamos, hay expertos en ilusionismo y en dar más valor a sus productos.
Está claro que no podemos aislarnos de este mundo y tampoco creo haya que vivir con miedo y suspicacia, pero si intentar darnos cuenta que nuestra ignorancia es la culpable de lo que me pasa en casi todas las ocasiones y cuanto más sepa, mejores decisiones podré tomar sin influencias falsas. Tomemos medidas para evitar que nos sigan manipulando.
Recordemos las palabras del sabio que decía: Inteligente es quien cree la mitad de lo que escucha, brillante es quien sabe qué mitad creer.

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