El arrepentimiento

Autor: Manuel López Espino

arrepentirse

El arrepentimiento es un término que procede del latín, “poenitere” ser penitente, es decir llevar una carga por lo que se hizo o no se realizó  lamentándolo, a sabiendas de no haber actuado correctamente. Retractación de un hecho pasado al cambiar nuestro pensamiento y considerar erróneo lo anterior generando un sufrimiento moral que lo percibimos en “el alma”, en nuestro interior sin ser capaces de quitárnoslo de la cabeza por mucho que hagamos para enmendar lo ocurrido. La pena nos viene impuesta por el acto, separando claramente las consecuencias; Que pueden ser generadas también por agentes externos a la persona, según las repercusiones externas que tengan. En ocasiones la justicia, en otras el ser al que fallamos y en otros casos son consecuencias materiales, impuestas siempre desde fuera y sin que nosotros podamos cambiarlas.

Las consecuencias hacen que el arrepentimiento aumente y suframos más por lo que perdemos a consecuencia de la acción, y en ocasiones nos alivian, como forma de pago por lo ocurrido para limpiar nuestra moral, al no ver otra forma de pagar lo ocurrido y sentirnos mal con nosotros mismos. Es en el fondo una emoción generada por nuestro pensamiento para generar sufrimiento en nuestra estructura yoica ( lo que identificamos con nuestro nombre ante el mundo) a través del preconsciente ( nuestra parte de moral, que va creándose con las normas morales de nuestro entorno) para ir cambiando y creciendo como persona, renunciando a nuestro ser anterior que evaluaba lo ocurrido como apto mientras que este nuevo YO, lo rechaza y se avergüenza de lo hecho. Ese cambio si no se sabe explicar y aceptar, genera una emoción que se va transformando para que pueda ser asimilada, y en ocasiones nos llevan a conductas o procesos mentales patológicos por no tener capacidad de aceptación,

En sus orígenes judeo-cristianos, implicaba volver a los mandamientos y a la palabra de Dios renunciando a los pecados y a la vida que se llevara en ese momento. Una definición dirigida a la moral y sus consecuencias en la vida.

Isaías 1:18 (Mediante el arrepentimiento podemos ser limpios de nuestros pecados), tenemos multitud de muestras de la importancia que tiene el acto de arrepentirse en la religión, en cualquiera de ellas.

Es un concepto afectivo, relacionado con la empatía y la sensibilidad, por lo que es completamente subjetivo y variable según las culturas y los acontecimientos vitales del momento. Cuanto más emociones hay en juego más nos arrepentimos y más sufrimiento nos generamos.

Dentro de los recursos más típicos a los que recurrimos en cualquier edad es al deseo infantil que tenemos todos de pensar, que va a llegar el ser al que fallamos y nos va a decir que paremos ese discurso interno, que nos perdona y que se han terminado las consecuencias, que tenemos otra oportunidad, como si pudiéramos echar marcha atrás en nuestra vida y cambiar lo que hicimos. Por desgracia eso no suele pasar, tenemos que ser nosotros solos los que padezcamos ese dolor, aprender de él con madurez, asumir la realidad y aceptar lo que pasó. El dolor puede llevarnos a la depresión, a desvalorizarnos tanto, que ponemos nuestra vida en peligro o la entregamos a cualquier causa que pueda apaciguar ese sufrimiento, por lo que hay que vigilar en ese campo a los adolescentes principalmente ante el sufrimiento del amor no correspondido o la ruptura de una relación emocional, donde busquen una causa personal que lo explique y de la que se arrepientan por la consecuencia. La poca capacidad de frustración puede llevar a ideas o intentos autolíticos (hacerse daño a uno mismo, suicidarse).

Una de las consecuencias buenas del arrepentimiento es el proceso de aprendizaje y de cambio que genera. La balanza de valores se modifica y podemos hasta cambiar nuestras prioridades vitales. Cuando uno se arrepiente, es bueno ver todo lo que ha hecho, sin culpar a otros ni buscar excusas, arreglar lo que se pueda y no estropear nada más. En ocasiones, aunque suframos, tan solo podemos quedarnos quietos y dejar que se nos perdone.

 

Tenemos que nombrar el poema de Eda: «Me arrepiento»

 

Pienso, medito…pienso en…

pienso en tantas cosas que,

pude haberte dicho, haberte dado,

haberte…hecho sentir.

 

Tantas cosas que no te dí,

que no hice, ¡me arrepiento!

¡me arrepiento de no haberte podido tomar y tener para mí!

y sin embargo no te dí nada…

 

Me arrepiento porque te perdí,

te escapaste de mis manos,

como agua sobre rocas,

en silencio…sigilosa.

 

Pero aún así, ¡Te amo! ¡Te amo!

como el primer día en que te ví,

¡te amo tanto que me arrepiento!

y lloro por tu falta, porque, ¡ya no estás y no te tengo!

 

Pienso, medito…en cuántas veces, no te dije nada,

recuerdo cuando aún sin tenerte, te perdí.

¡Me arrepiento! ¡Me arrepiento!

 

Pero aún te amo, como la primera vez…

 

Vemos claramente cómo ha cambiado la mentalidad del protagonista del tiempo pasado al presente, como le gustaría poder volver a ese momento para actuar de forma diferente, para hacer lo que no hizo, y ello conlleva sufrimiento a través del pensamiento suyo que le culpa por cómo actuó y por las consecuencias que conlleva. Una de las mejores descripciones poéticas de nuestro concepto.

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