El Poder de la Palabra
Autor: Manuel López Espino
“Aprende a escuchar y sacarás provecho aun de aquellos que no saben expresarse”.
Plutarco.
Escuchar es una habilidad muy importante que cuesta trabajo desarrollar ya que todos estamos ávidos de ser escuchados y rara vez damos la oportunidad a otros de expresarse, sin embargo, en el mundo esta cualidad es esencial, ya que la única manera de poder dar a otro lo que necesita es conociendo sus necesidades y esto sólo podemos lograrlo si lo dejamos expresarse.
El problema de la deshumanización de nuestra sociedad sobre todo de nuestros jóvenes y padres define un proceso mediante el cual una persona o un grupo de personas pierden o no son impulsados hacia sus características humanas. Se han detectado procesos de deshumanización actual y pasada metódica como sistema de dominación en campos de concentración como los organizados por el nazismo, las dictaduras sudamericanas (Chile bajo Augusto Pinochet, Argentina entre 1976-1983 bajo Jorge Rafael Videla), los gulags soviéticos, etc. En este sentido creo firmemente que la sociedad actual necesita de comunicación eficaz para evitar este tipo de problemas dependiendo desde la perspectiva de cada uno de nosotros, de este tipo de actitudes en las personas.
La palabra es de gran importancia actualmente en nuestra sociedad, pues es la que nos permite expresar nuestras ideas, pensamientos y permanecer en una constante comunicación con quienes nos rodean, para así, lograr un mejor entendimiento y comprensión entre las personas. A través de las palabras pensamos, nos comunicamos, reflexionamos, nos expresamos, opinamos, nos peleamos e incluso nos distanciamos de lo que verdaderamente nos interesa. El uso adecuado de la palabra nos ha permitido un mejor desarrollo y ha traído consigo grandes beneficios a la humanidad, como dar inicio a una de las formas más importantes de la comunicación como lo es la comunicación oral, la cual tiene un poder sobre toda la sociedad y debemos aprender a usar en beneficio de todos.
Por ello, la importancia en evitar el uso de palabras que generan rechazo como adverbios (actualmente, hoy, indudablemente, sin duda), agresivas (no tienes razón, es mentira), alargamientos (…miento), añadidos (y además, y una última cosa, pero que conste que…), autoreferencia (yo,… para mí, yo que sé, yo que tú), categóricas (¡porque sí!, ¡Y se ha terminado!, ¡porque lo digo yo!), culpabilizar (tú mismo, tú veras lo que haces, tú sabrás, ya te dije), falsa confianza (yo le aseguro, puede creerme, entre usted y yo, en confianza), frases hechas (abanico de oportunidades, marco incomparable), generalizaciones (todo, nada, siempre, nunca, todos, ninguno), impersonales (se siente, se agradece, puede decirse), inferencias (soy nuevo, si no es molestia, no es cosa mia pero), inseguridad (ya veremos, esperemos que, no sé), interpretaciones (a ti lo que te pasa…, tú lo que quieres en realidad), interrupciones (Ya sé, no sigas, no me digas más), negativas (no, de ningún modo, ni, mal, problemas, nunca), obligación (deber, deberías de, tienes que, tranquilízate), preguntas (¿me entiendes lo que te digo?), reiteraciones (para empezar, qué duda cabe, es decir, ciertamente), superlativos (maravilloso, genial, total, estupendo, increíble, fabuloso) o tics verbales (ya bueno, ajá, sí, bien, vale). Solo conociendo y practicando los principios de una comunicación efectiva podemos coordinar, enseñar, aceptar, dirigir, pero sobre todo lograr un clima propicio que nuestras acciones nos conduzcan a los que realmente buscamos. La comunicación efectiva es un componente esencial para el éxito de toda persona y organización. Todos debemos contar con unas buenas destrezas de comunicación para poder desempeñarnos en cada una de ellas.
Muchas personas sufren por su incapacidad de ser escuchados, ya que en parte no utilizan las palabras adecuadas, sin ser conscientes de ello. La buena información ofrecida mediante comunicación verbal y no verbal, es la clave para generar confianza en las personas. No todas las personas con una magnífica y agradable conversación poseen la capacidad de comunicarse eficazmente, en muchos de los casos transmiten anécdotas y conocimientos producto de la experiencia, la información y las vivencias que han tenido, pero con el defecto de no dar la oportunidad a que otros compartan sus puntos de vista y se expresen. El uso de técnicas de comunicación eficaz es fundamental para evitar el desarrollo de la deshumanización, encontramos varias técnicas o habilidades para conseguir ofrecer una comunicación eficaz. Encontramos muchas técnicas como el uso de preguntas (herramienta básica que facilita la comunicación, permiten obtener información, no solo del contenido del argumento, sino también de la relación y el contexto, insistir en un apartado, aclarar, entender, verificar estrategias…), parafraseo (formular de manera distinta, replantear, resumir o repetir lo que alguien acaba de decir, manera de ayudar a las partes a avanzar en sus discursos), resumen (resume los puntos de vista, sobre los que se está de acuerdo y los que aún no se ha llegado a un acuerdo), reformulación (consiste en dar otra definición de lo que las partes han dicho, es decir, utilizar otras palabras como estrategia para poder reformular el problema, la reformulación tiene el efecto de recontextualizar, es decir, entender la situación desde otro contexto), connotación positiva (es una reformulación centrada en resaltar las características positivas de los relatos de las partes, consiste en atribuir una cualidad positiva a las cosas, a los hechos o a las acciones de las personas que se han formulado) o historia alternativa (la historia alternativa es una técnica muy compleja, que intentan buscar nuevas aperturas, se trata de construir una historia diferente de las dos historias que traen consigo las partes, pero con puntos de cada una de ellas. Aunque la más relevante y compleja de todo el proceso comunicativo es el saber escuchar. Uno de los problemas de la falta de comunicación de hoy en día es debido a que no sabemos escuchar. Escuchar activamente implica esforzarse por entender a las partes, concentrándonos en sus discursos. Con la escucha activa, las partes perciben una actitud de respeto hacia sus puntos de vista, de aceptación de los mismos, y con ello legitima la relación. En este sentido, también existe escucha pasiva cuando quizá se está escuchando pero no lo parece o la escucha selectiva cuando solo escucha lo que le interesa, estos tipos de escucha no son recomendables. El gesto más representativo y evidente es la mirada, a las personas nos molesta hablar con alguien que no nos mira, parece que no nos escucha (por ejemplo mirando el móvil o leyendo un periódico). Tenemos que ir manteniendo este contacto visual, ya que la mirada regula las intervenciones. Por otro lado, el parpadeo muy rápido es síntoma de impaciencia, el parpadeo lento y pausado indica atención. Otro gesto que favorece la escucha activa es con la cabeza (si/no) reforzando lo que nos están contando, o ladear la cabeza también es un gesto positivo, ya que lo que realmente se consigue es compartir las emociones para conseguir empatía. Mostrar empatía significa escuchar activamente las emociones de los demás es tratar de «meternos en su pellejo» y entender sus motivos. Es escuchar sus sentimientos y hacerle saber que «nos hacemos cargo», intentar entender lo que siente esa persona. No se trata de mostrar alegría, si siquiera de ser simpáticos. Simplemente, que somos capaces de ponernos en su lugar. Sin embargo, no significa aceptar ni estar de acuerdo con la posición del otro. Para demostrar esa actitud, usaremos frases como: «entiendo lo que sientes», «noto que, «Comprendo que…»; «Me hago cargo…»; «Te estoy escuchando y me doy cuenta…»; «Puedo entender que te sientas así…»….». El rostro también sonriendo o incluso con los pies, si los mueves es señal de nerviosismo o impaciencia, sin embargo, los brazos abiertos con las manos tranquilas son señales de escucha activa. También el que está hablando, ha de escuchar las señales no verbales de quien escucha, por lo tanto, tendrá que percibir estas señales y adaptar la conversación a las percepciones recibidas de la otra parte. Por lo tanto, la escucha activa es una forma de seducir, ya que resulta atenta, dice a la otra persona que nos interesa, no solo lo que nos cuenta sino también su persona. La escucha activa o empática requiere del interlocutor incorporar simultáneamente emociones, contenidos y expresiones que se transmiten corporalmente. Hay que evitar (Bouché Peris J.H, e Hidalgo Mena, F 2010), la tendencia a juzgar el mensaje, no distraernos porque distraerse es fácil en determinados momentos. La curva de la atención se inicia en un punto muy alto, disminuye a medida que el mensaje continúa y vuelve a ascender hacia el final del mensaje, Hay que tratar de combatir esta tendencia haciendo un esfuerzo especial hacia la mitad del mensaje con objeto de que nuestra atención no decaiga. Además de lo anterior también habría que evitar dejarse afectar por el ambiente, o dejarse seducir por la temática de la exposición, precipitarse en las preguntas, no interrumpir al que habla, no juzgar, no ofrecer ayuda o soluciones prematuras, no rechazar lo que el otro esté sintiendo, por ejemplo: «no te preocupes, eso no es nada», no contar «tu historia» cuando el otro necesita hablarte, no contraargumentar. Por ejemplo: el otro dice «me siento mal» y tú respondes «y yo también» y evitar el «síndrome del experto»: ya tienes las respuestas al problema de la otra persona, antes incluso de que te haya contado la mitad. De manera más genérica, la comunicación eficaz tiene algunas características o principios que todos conocemos:
Interés por la persona. Toda persona que se acerca a nosotros considera que tiene algo importante que decirnos: para expresar una idea, tener una cortesía o hacer el momento más agradable; participarnos de sus sentimientos y preocupaciones; solicitar nuestro consejo y ayuda… Pensemos en los subordinados, los hijos o los alumnos ¿Realmente nos interesamos por sus cosas, sus problemas y conversaciones? Muchas veces nuestra atención total se reserva para unas cuantas personas que nos generan interés, pero en otras ocasiones nos mostramos ávidos hacia otras conversaciones. Saber preguntar. A pesar del esfuerzo por expresar las cosas con claridad no siempre se toman en el sentido correcto, el punto es no quedarnos con la duda, aclarar aquello que nos parece incorrecto, equivocado o agresivo para evitar conflictos incómodos e inútiles que sólo dejan resentimientos. Las causas son diversas: falta de conocimiento y convivencia con las personas, distracción, cansancio…
Aprender a ceder. La comunicación efectiva es comprensiva, condescendiente y conciliadora para obtener los mejores frutos y estrechar las relaciones interpersonales. Existen personas obstinadas en pensar que poseen la mejor opinión debido a su experiencia, estatus o conocimientos; de antemano están dispuestos a convencer, u obligar si es necesario, restando valor a la opinión y juicio de los demás. No es extraño en ellos la inconformidad, la crítica y el despotismo, inmersos en conflictos, críticas y finalmente convertidos en las últimas personas con quien se desea tratar.
Sinceridad ante todo. Expresar lo que pensamos, sobre todo si sabemos que es lo correcto (en temas que afecten a la moral, las buenas costumbres y los hábitos), no debe detenernos para mostrar desacuerdo, superando el temor a quedar mal con un grupo y a la postre vernos relegados. Tampoco es justificable callar para no herir a alguien, si deseamos el bien de los demás procuraremos decir las cosas con delicadeza y claridad para que descubran y entiendan nuestra rectitud de intención.
Siempre será importante dar a los demás un consejo y criterio recto.
Además de los elementos esenciales, es preciso cuidar otros pequeños detalles que nos ayudarán a perfeccionar y a hacer más eficaz nuestra comunicación:
Comprende los sentimientos de los demás. Evita hacer burlas, criticas o comentarios jocosos respecto a lo que expresan, si es necesario corrige, pero nunca los hagas sentir mal.
No interpretes equivocadamente los gestos, movimientos o entonación con que se dicen las cosas, hay personas que hacen demasiado énfasis al hablar. Primero pregunta y aclara antes de formarte un juicio equivocado.
Observa el estado de ánimo de las personas cuando se acercan a ti. Todos nos expresamos diferente cuando estamos exaltados o tristes. Así sabrás qué decir y cómo actuar evitando malos entendidos.
En tus conversaciones incluye temas interesantes, que sirvan para formar criterio o ayudar a mejorar a las personas. Las pláticas superficiales cansan.
Aprende a ser cortés. Si no tienes tiempo para atender a las personas, acuerda otro momento para charlar. Es de muy mal gusto mostrar prisa por terminar.
Al criticar a otra persona, hablar de lo que hace, no de lo que es. Las etiquetas no ayudan a que la persona cambie, sino que refuerzan sus defensas. Hablar de lo que es una persona sería: «te has vuelto a olvidar de sacar la basura. Eres un desastre»; mientras que hablar de lo que hace sería: «te has vuelto a olvidar de sacar la basura. Últimamente te olvidas mucho de las cosas».
Discutir los temas de uno en uno, no «aprovechar» que se está discutiendo, por ejemplo sobre la impuntualidad de la pareja, para reprocharle de paso que es un despistado, un olvidadizo y que no es cariñoso.