Ser buena persona

 

Ser buena persona

Artículo de: Manuel López Espino

Ser buena persona es una virtud que todos los seres humanos tenemos de forma intrínseca, unos la desarrollan y otros la intentan inhibir. Es saber cuidar a la gente, estar pendientes de quien nos necesita, saber quien ha hecho algo por mí y saber agradecérselo, saber responder y valorar a quien ha estado en mis momentos malos y ha aguantado mis enfados, mis quejas y mis iras. Quien ha sabido orientarme para ser mejor persona y crecer aunque lo que haya hecho o dicho no me guste. Saber decir la verdad aunque sepa que se puede enfadar el otro, pero sabiendo que lo hago por su bien. Renunciar a lo que me apetece y dedicar ese tiempo a quien se lo merece de verdad, no sacar mi agresividad con quien no tiene culpa, darme cuenta de las emociones del otro y no aprovecharme de ello, hacer cosas que no me apetecen porque sé es lo mejor para el otro, dejar el dinero que no tengo porque el otro tiene menos, pedir favores a otros que a mí me lo van a conceder para ayudar al otro, dejar mi ego para que el ego del otro esté bien y no echar en cara lo que los otros nos deben. En pocas palabras, disfrutar ayudando a quien se lo merece sin esperar nada a cambio y ser agradecido.
Por desgracia vivimos en una sociedad donde prima lo contrario, donde te incitan a ser egoísta, donde te animan a mirar por ti y a vengarte de quien no te interesa en este momento, donde lo importante es el presente y tu futuro, sin valorar la gente que te hizo bien en el pasado.
Donde quien aparece en tu presente no quiere competencia de gente de tu pasado, no te quieren compartir y hacemos caso a esas nuevas relaciones olvidando a quienes estuvieron antes.
Estamos en una sociedad donde solo queremos ser felices y no queremos devolver favores o cuidar a quien está más débil. No queremos cargas, solo buscar gente para usar, y tirar a quien no cumple nuestros objetivos egoístas.
Nos centramos en nuestra imagen, en quien nos dice palabras vacías pero agradables, quien nos da la razón y renunciamos a quienes nos hicieron crecer a pesar de lo mal que lo pasasteis juntos al mostrarte la cruda realidad.
Es más importante mi vestimenta o mi peinado, que las personas, es más importante el reírme y pasármelo bien que mis estudios o mi trabajo; hemos cambiado el ser buenas personas por el estar bien en el presente, sin tener en cuenta nuestra persona ni nuestro futuro.
Preferimos hacer una broma o gracia quedando nosotros bien que darnos cuenta a quien hacemos daño con ello. Preferimos gastarnos el dinero en salir, que dejárselo a esa persona que lo necesita, o elegimos quitarnos a el amigo depresivo por el conocido gracioso o que me dice lo que quiero oír.
Ser buena persona es preferir quedarme solo a dar la razón a quien miente o habla mal de una persona que yo conozco, es saber pedir perdón, es saber dar las gracias, es buscar un hueco para hacer un favor y acordarme de quien me necesita realmente. Es anteponer lo que el otro necesita ante mis deseos.
Por desgracia, a estas personas se las suele tratar de tontos, se las intenta cambiar y que no actúen como realmente les saldría, donde la población en general intentarán meter todo tipo de mentiras y manipulaciones para que hagan lo que ellos quieren y no lo que realmente debemos hacer.
La sociedad tiende al individualismo, a las relaciones efímeras sin problemas ni compromisos, a olvidar el pasado y pretender que el presente sea divertido. Donde lo importante y lo único que vale sea el ahora.

Bajo este prisma, las buenas personas no tienen cabida, las importantes son las más simpático, más guapas, o nos invitan a más cosas, quien menos nos critica, quien nos dice lo buenos que somos en cada momento, quien más nos ensalza y con quien mejor lo pasamos, pero no tenemos en cuenta nuestra evolución como personas o como tratamos al prójimos. Las relaciones que hoy más importan son las que me dan la razón y no se meten en nuestras vidas.
Está claro que ser buena persona conlleva un esfuerzo y ser egoísta nos da plena libertad para hacer lo que quiera y en el corto plazo suele ser más fácil y más placentero, pero luego no pretendamos tener amigos entre la gente que hemos conocido en un plano egoísta, pues en cuanto seamos una carga para ellos, ellos actuarán bajo el paraguas del hedonismo, donde quien necesita algo es persona non grata para ese grupo, donde solo se valora quien aporta algo y no quien pide algo.
Por eso estamos en una sociedad que encumbra la juventud y menosprecia la vejez, donde la belleza se valora más que la educación, donde el vestir bien está por encima del saber estar, donde quien me hace reír esta por encima de quien me cuida.
No caben las personas que necesitan, no queremos cargas ni problemas, no queremos luchar por lo difícil, por lo que “merece la pena” para el futuro, queremos lo fácil y el disfrutar del ahora.
Las buenas personas las tenemos solo para usarlas cuando las necesitamos, pero luego que no nos molesten.
Saber cuidarte y no ser una carga es un signo de buena persona, el ser coherente con lo que haces y como actúas, el tener palabra, el tener honor. El no pedir ayuda, cuando yo solo puedo afrontar la situación.
Saber tratar bien a quien te sirve, no maltratar a quien está por debajo de ti. Saber decir algo agradable a quien se cruza en nuestra vida de forma ocasional, ceder el paso o el asiento a quien se lo merece, ayudar a subir la carga a quien vemos lo necesita, esperar al vecino en el ascensor, compartir tu espacio en la barra del bar, regalar una sonrisa, ser amable.Darme cuenta del regalo que quiere el otro en una fecha importante, de lo que necesita o lo que en algún momento ha dicho le haría ilusión. O donde quiere ir, o que comida le preparo.
Saber ir a un sitio barato porque mi amigo no tiene dinero, o el pagar más que él sin que se sienta de menos.
Al final ser buena persona es difícil, es vivir en armonía con el mundo y las personas que hay en él teniendo en cuenta que mi libertad termina donde empieza la de los demás, que lo que no quiero para mi, no debo dárselo a los demás, que no puedo ser una molestia ni un incordio para nadie, que debo respetar y cuidar a mi prójimo. Aunque parezca mentira y suene como una vida dura y sin mirar por uno, el ser buena persona te llena, te hace sentir bien, te hace conocer a mejores personas, y el mundo te trata mejor. No se si habrá una justicia universal, un Dios, o algo que se da cuenta de ello, pero parece que al final sí se refleja esa conducta en uno mismo y nos va mucho mejor en la vida que al egoísta o a la mala persona.
En el fondo es tener una moral que sabe perfectamente que está bien y que está mal, y tan solo abriendo los sentidos a los demás y dejando de escuchar solo a mi yo infantil y egoísta, nos sentiremos muy bien centrándonos más en quienes nos necesitan que en quienes nos hacen tan solo reír o alimentar nuestro ego.
Es cierto ese dicho de: “se es más feliz dando que recibiendo”, lo único que primero debo saber escuchar lo que el otro realmente necesita y no dar lo que yo creo el otro quiere.

Algo que considero muy importante subrayar, es no ayudar a quien no necesita mi ayuda, es decir, a quien vemos que él solo está intentando resolver su propia dificultad, debemos dejarle que crezca y que se de cuenta de sus limitaciones, y en cuanto me pida ayuda, estar ahí sin reprocharle cuando nos la pidió. No es cuestión de ayudar cuando yo quiero, o como a mi me gustaría, es saber escuchar cuando la otra persona me necesita y que ayuda necesita. No olvidemos que es un acto de generosidad, por lo que el importante en ese momento es el otro, y no hay mejor ayuda que dejar crecer a la persona interfiriendo lo menos posible, para que nunca fomentemos la dependencia y la debilidad del otro por nuestro egoísmo de sentirnos fundamentales en su vida. De repente podemos pasar de ser buenas personas a ser unos egoístas que ensalzamos nuestro ego a través de crear personas dependientes de nosotros. Creo lo más bonito es ayudar sin ser percibida nuestra ayuda por el otro, sin que el otro se sienta en deuda por nuestro acto, casi tendríamos que dar las gracias por habernos dado la oportunidad de hacer algo que nos hace sentir bien.
Lo más bonito de sentirte buena persona o al menos intentarlo, es que no percibes el mundo como una amenaza ni a la gente como mala, ves esta realidad como una gran oportunidad de que alguien te haga sentir mejor y ello te hace ir por la vida con una sonrisa, sabiendo que tu sonrisa va a hacer que mucha gente al verte se sienta mejor.
Sonríele a la vida y la vida

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