La Amistad

 

La amistad

Autor: Manuel López Espino

La Amistad

La amistad (del latín amicĭtas, por amicitĭa, de amicus, amigo, que deriva de amare, amar) es una relación afectiva desinteresada entre dos o más personas, donde prima la confianza y anteponer al otro por encima de mis propios deseos y necesidades.

Los romanos pintaban también a la amistad con los pies desnudos, dando a entender con esto que no hay incomodidad por grande que sea que no venza un verdadero amigo en beneficio de otro.

La amistad empieza a forjarse de forma espontánea cuando dos o más personas tienen sentimientos, inquietudes o problemas comunes que llevándolos conjuntamente beneficia a todas las partes, dándose en distintas etapas de la vida y en diferentes grados de importancia y trascendencia. En esta primera fase tendremos que diferenciar el concepto de conocido del de amigo. Por lo que vemos, un concepto tan puro nace con un sentimiento de egoísmo y no de generosidad, en esa primera fase que llamaremos de “conocidos”. A partir de este punto tan sólo las relaciones que introduzcan el afecto desinteresado, la confianza y antepongan al otro a sus deseos, podrán ser consideradas como relaciones de amistad.

Aristóteles, en su libro VIII dedicado al tema de la amistad, la define como un fenómeno universal y necesario a todo humano. Es más excelsa que la justicia porque puede existir sin ella. Pero no todos están de acuerdo sobre su naturaleza. Según Aristóteles, la amistad es virtud o algo acompañada de virtud. Su principio consiste en una benevolencia recíproca. Se ama algo porque es bueno en sí, bueno para mí, o agradable y lo respeta tal y como es, lo acompaña en las buenas y en las malas. La amistad requiere ser el uno para el otro, requiere reciprocidad. Por tanto, el amor de amistad necesita que el amigo quiera al otro.

Nada que ver con ser agradable o ser útil con los que me rodean, ya sea en mi vecindario, en mi trabajo o con la familia propia o política, son situaciones más pasajeras, relaciones normalmente por compromiso y de necesidad de alguna de las partes o de ambos sin tener nada que ver con la amistad. En todos estos casos tendremos que usar los sustantivos adecuados sin elevarlos a la categoría de amistad, como son vecinos, compañeros, cuñados,…

La verdadera amistad es honesta, busca al otro por lo que el otro es y no porque sea bueno para mí o porque me dé algún placer, es una relación de intelectos unidos en la nobleza del conocimiento y el crecimiento personal. Esta amistad es un estado superior a una actividad o a una emoción y gracias a ello perdura en el tiempo entre dos personas con la elección racional de ambas.

Al hablar de la amistad tenemos que tener en cuenta que se da entre seres humanos, es decir seres impuros con sus defectos y sus virtudes, su consciente en lucha con el inconsciente deseando obtener el placer y en muchas ocasiones lo que posee el otro en contra posición con la generosidad de ofrecer y dar al prójimo. Es fundamental darnos cuenta de cuidar y mantener el concepto de equidad para que nuestros instintos animales no perturben la relación, para ello debemos empezar conociéndonos a nosotros mismos para poder amarnos de forma verdadera y así poder perdonar nuestro pasado, aceptarnos con nuestras limitaciones y errores para sentirnos bien con nosotros mismos. Gracias a este paso podremos aceptar al prójimo con sus virtudes y defectos y tenerlos como amigos.

Las relaciones de personas que no han pasado por esta fase son relaciones egoístas, donde se busca saciar y alimentar esa parte inconsciente e infantil donde lo primero y más importante siempre es el ”yo”, la satisfacción propia sin importar el otro sin darse cuenta que tan solo se está llenando de cosas efímeras y de relaciones superficiales sin que haya amistad, olvidando que el bien externo más grande para el hombre es la relación de amistad. Somos seres sociales, necesitados de otros seres de los que dependemos y de los que obtenemos la felicidad.

Recordemos a Epicuro, contemporáneo de Aristóteles, ( que su punto central de la ética es el placer, explicado como la falta de dolor, por tanto un placer moderado), el cual introduce el concepto de amistad porque con ella la vida humana se verá revestida de mayor placer y felicidad. “La amistad va recorriendo el universo como un heraldo que nos invita a la felicidad (…) De todos los bienes que la sabiduría procura para la felicidad de una vida completa, el mayor con mucho es la adquisición de la amistad.” Dejando claro que la felicidad no se obtiene a través del egoísta que no se conoce y se mueve por sus impulsos infantiles, la felicidad y la plenitud de un ser humano se obtiene a través del conocimiento propio, el cual nos lleva a la aceptación de nuestras limitaciones y al desarrollo de nuestras virtudes que nos facilita ver en el prójimo esas cualidades y la posibilidad de crecer conjuntamente, con la seguridad que nos da el no estar solo y la fortuna de poder disfrutar ese camino con otros seres humanos.

En la literatura podemos ver grandes amistades y como se han ido forjando a través de las dificultades y las buenaventuras como son el caso de Don Quijote y Sancho Panza. Estos personajes, inmortalizados por Miguel de Cervantes Saavedra, simbolizan la amistad entre personas de diferentes caracteres que, a través del diálogo, se influyen mutuamente: don Quijote se «sanchifica» y Sancho se «quijotiza».

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